Debería estar preparando una clase de literatura porque tengo que exponer hoy pero en vez de eso estoy escribiendo esta nueva entrada del blog. Si usted es un irresponsable, ya tiene un nuevo amigo.

Mi idea era relatar de la forma más amena posible (como si se pudiera) mis desventuras amorosas (por suerte alguna que otra vez me fue bien) pero la gente de blogger me mandó un mail diciendo que sus servidores no contaban con la cantidad de espacio suficiente como para albergar tanto texto. Decidí entonces relatar algunas de las tantas veces en las que algo impidió que pudiera verle la cara a Dios.



A modo ilustrativo vean el video y luego sigan leyendo.

Cuando uno es joven hay infinidad de factores que pueden interferir en el correcto desarrollo del coito. Generalmente al adolescente promedio las hormonas le entran a hervir a eso de los quince años; los científicos atinaron en llamar “semprerectus” al humano cuando atraviesa esa etapa. Yo no fui la excepción, es más puedo decir que fui un semprerectus modelo. Entre mis amigos fui el primero en mantener una novia por más de cinco días lo cual de alguna forma me dio cierta ventaja a la hora de experimentar con el sexo opuesto (ya me había cansado de experimentar conmigo mismo). El verdadero problema arranca cuando uno se da cuenta que no tiene lugar para saciar su instinto animal. Cuando uno es chico seguramente viva con los padres. No todos tienen la suerte de que los mismos abandonen la casa justo en el preciso momento en que uno ingresa con una bella señorita (puede ser una fea, vale también). La relación espacio/tiempo juega un papel fundamental en todo esto. Todos nos hicimos una vez la siguiente pregunta: Si estando desnudo escucho el ruido de la puerta de calle abrirse y teniendo en cuenta que mis parientes caminan a una velocidad de 59cm /s y que mi cuarto está a 20mts de la puerta… ¿Llego a vestirme a tiempo?

Lo más curioso es la cantidad de estupideces que uno es capaz de decir con tal de no decir “si, me agarraste a punto caramelo”. Ejemplo: Estabamos durmiendo la siesta. Nos tiramos a ver la tele…

Lo que pasa es que uno no se puede ver la cara. Seguramente estaremos despeinados. Si tienen el pelo largo como yo van a tener un brushing natural producto del tole-tole.

Usted estará pensando ¿Por qué no ir a un telo? Hay dos posibles respuestas. Falta de fondos. Los pibes de 15, 16, 17 por lo general no laburan (lo cual está perfecto. Hay que estudiar). Si papá no es gerente de un banco o algo así, sale caro pagar por lugar para fornicar. La segunda respuesta es … ¡Porque no! Llega un punto en que puede llegar a ser divertido pensar que uno puede ser descubierto…

O me van a decir que no…


BONUS TRACK*

Vean esta publicidad de Tulipan. Una de las que más me hizo reir en la vida